María Grande, 15 de Mayo de 2009
POR UN BICENTENARIO EN MOVIMIENTO:
SÓLO LA LUCHA NOS HARÁ REALMENTE LIBRES
SÓLO LA LUCHA NOS HARÁ REALMENTE LIBRES
(Escrito para la Revista Tintas, de Seguí, Paraná Campaña, Entre Ríos)
Es importante analizar y debatir la libertad en forma concreta, sin teoricismos ni discursos bonitos, y tratando salir de las frases trilladas de la historiografía tradicional.
El proceso de lucha por la Primer Independencia de Nuestra América -abierto contradictoriamente en Mayo de 1810- terminó con el dominio político español en Sudamérica allá por 1824, mientras al mismo tiempo, el gobierno unitario y liberal de Bernardo Rivadavia enterraba a las Provincias Unidas con el primer empréstito pedido al capital británico, iniciando lamentablemente la larga y lamentable, corrupta -y en buena parte ilegítima- historia de la deuda externa, que tanto daño nos ha hecho, y no sigue haciendo.
Los pueblos daban su sangre y su vida para liberarnos del dominio español, y los gobiernos oligarcas porteños -y sus socios en las provincias- ya nos entregaban, de pies y manos, al capital extranjero.
La libertad era y es, en boca de los que gobiernan y mandan, sólo un discurso.
Lo que sí es importante decir es que fue aquí, en el Litoral dónde se afirmó la lucha por la libertad, entendida realmente como liberación colectiva política, económica, social y cultural de todas las cadenas coloniales, las antiguas y las que querían aparecer.
Fue aquí donde el Libertador José Artigas fue consagrado como Padre del Federalismo y Protector de los Pueblos Libres. Fue Artigas el Jefe de la Liga Federal, la Liga de los Pueblos Libres, el que denominó a la Bandera Federal -a la que hoy llamamos Bandera de Entre Ríos- el “Pabellón de la Libertad”.
Si hay un símbolo revolucionario eterno de lucha por la libertad y la liberación entre nosotros es la diagonal roja de la Bandera Federal de Artigas.
Esa diagonal tremenda -al decir de Delio Panizza- que refleja para siempre la sangre derramada por las multitudes subalternas revolucionarias multi e interculturales que constituían el Ejército Federal y Popular artiguista y anticolonialista.
Ese movimiento tupamaro combatiente que peleaba, a la vez, por la Independencia, la República, el Federalismo, la Tierra, la Justicia, y “la libertad en toda su extensión imaginable”, tal como reza uno de los artículos de las extraordinarias -y tan latentes- Instrucciones del XIII.
Porque Artigas nos enseñó que hay que dar todas las batallas juntas si queremos en serio la libertad concreta.
La libertad concreta de todos no será posible mientras no rompamos en serio todas las cadenas de la dominación política, económica, social y cultural.
La libertad real de los pueblos, la potencia vital liberada -no la charlaternería barata o el academicismo formal- no será posible mientras existan el imperialismo, el capitalismo, la pobreza, la desigualdad, la colonialidad del poder, el racismo, la discriminación, el eurocentrismo y la hegemonía ideológica de la “civilización” occidental.
Los gurises que hoy tienen hambre o que no pueden estudiar no comen discursos, ni buenas intenciones, ni justificaciones, ni cobardías laborales o mentales.
Los gurises que hoy tienen hambre no comen con la teoría de los libros mediocres ni con la pedantería de los que se creen más por haber leído esos libros mediocres, o por tener firmada la libreta universitaria por algún teórico de por allá.
Esos gurises no son libres, al igual que nosotros no lo somos. Por eso la lucha debe profundizarse y avanzar.
La libertad es una potencia colectiva de hacer. Y remarquemos: colectiva, porque nadie puede ser libre sólo. En una sociedad colonizada como la nuestra, las potencias se reducen al mínimo o a nada, en muchos casos. Sólo la organización popular y la lucha contra el poder de clase instituído -instituído afuera y adentro nuestro- libera las potencias del pensar, sentir y del hacer, o sea que es la lucha la que potencia las libertades.
Por otra parte, es importante pensar aquí que es por lo menos extraño y contradictorio que muchos entrerrianos -la mayoría tal vez- hablen “espiritualmente” de “libertad” y de “patria” mientras responden “castellano” o “español” cuando se le pregunta que idioma habla.
El entrerriano es un lenguaje multi e intercultural propio, pero tampoco en ésto no nos hemos descolonizado.
Muchos gobiernos hablan de “libertad” y de “patria” pero reparten en las escuelas manuales hechos en BsAs y en Madrid, con ideologías eurocéntricas, unitarias y conservadoras.
La lucha revolucionaria por la libertad de los pueblos que la diagonal roja de nuestra tricolor gloriosa simboliza se forjó en los fogones tupamaros, en esos legendarios y eternos fogones y mateadas donde blancos y mestizos, gauchos, indios, negros, hombres, mujeres y gurises, integraban sus culturas, su solidaridad criolla subalterna rebelde y su dignidad que se potenció con el desarrollo del ejército federal y popular artiguista.
Ese ejército que, por estar co-instuído por las clases populares litoraleñas y por el alma de Nuestra América recibía despectivamente de los godos españoles el nombre de “tupamaro”, recordando la rebelión del Libertador Tupac Amaru.
Ese fogón tupamaro, esa ética tupamara, es una potencia que late en cada uno de nosotros. Ese fogón tupamaro hoy está oprimido por el colonialismo en sus distintas vertientes y expresiones, que también nos infecta y contamina las cabezas y los corazones.
Hoy, desde Venezuela, Cuba, Ecuador y Bolivia se nos propone una Alternativa Bolivariana para las Américas, una Unión Sudamericana y popular con claras definiciones políticas antiimperialistas y anticapitalistas para lograr una 2da Independencia, de cara al Bicentenario que se viene.
Será tarea nuestra, tarea del pueblo trabajador, necesitado y sufriente, y será debate de la Ultima Junta intentar ser parte del cierre del ciclo de luchas por la Primer Independencia y sumarse a los debates y a las luchas por la Segunda.
Porque la libertad nos está esperando allí, hace rato.
El proceso de lucha por la Primer Independencia de Nuestra América -abierto contradictoriamente en Mayo de 1810- terminó con el dominio político español en Sudamérica allá por 1824, mientras al mismo tiempo, el gobierno unitario y liberal de Bernardo Rivadavia enterraba a las Provincias Unidas con el primer empréstito pedido al capital británico, iniciando lamentablemente la larga y lamentable, corrupta -y en buena parte ilegítima- historia de la deuda externa, que tanto daño nos ha hecho, y no sigue haciendo.
Los pueblos daban su sangre y su vida para liberarnos del dominio español, y los gobiernos oligarcas porteños -y sus socios en las provincias- ya nos entregaban, de pies y manos, al capital extranjero.
La libertad era y es, en boca de los que gobiernan y mandan, sólo un discurso.
Lo que sí es importante decir es que fue aquí, en el Litoral dónde se afirmó la lucha por la libertad, entendida realmente como liberación colectiva política, económica, social y cultural de todas las cadenas coloniales, las antiguas y las que querían aparecer.
Fue aquí donde el Libertador José Artigas fue consagrado como Padre del Federalismo y Protector de los Pueblos Libres. Fue Artigas el Jefe de la Liga Federal, la Liga de los Pueblos Libres, el que denominó a la Bandera Federal -a la que hoy llamamos Bandera de Entre Ríos- el “Pabellón de la Libertad”.
Si hay un símbolo revolucionario eterno de lucha por la libertad y la liberación entre nosotros es la diagonal roja de la Bandera Federal de Artigas.
Esa diagonal tremenda -al decir de Delio Panizza- que refleja para siempre la sangre derramada por las multitudes subalternas revolucionarias multi e interculturales que constituían el Ejército Federal y Popular artiguista y anticolonialista.
Ese movimiento tupamaro combatiente que peleaba, a la vez, por la Independencia, la República, el Federalismo, la Tierra, la Justicia, y “la libertad en toda su extensión imaginable”, tal como reza uno de los artículos de las extraordinarias -y tan latentes- Instrucciones del XIII.
Porque Artigas nos enseñó que hay que dar todas las batallas juntas si queremos en serio la libertad concreta.
La libertad concreta de todos no será posible mientras no rompamos en serio todas las cadenas de la dominación política, económica, social y cultural.
La libertad real de los pueblos, la potencia vital liberada -no la charlaternería barata o el academicismo formal- no será posible mientras existan el imperialismo, el capitalismo, la pobreza, la desigualdad, la colonialidad del poder, el racismo, la discriminación, el eurocentrismo y la hegemonía ideológica de la “civilización” occidental.
Los gurises que hoy tienen hambre o que no pueden estudiar no comen discursos, ni buenas intenciones, ni justificaciones, ni cobardías laborales o mentales.
Los gurises que hoy tienen hambre no comen con la teoría de los libros mediocres ni con la pedantería de los que se creen más por haber leído esos libros mediocres, o por tener firmada la libreta universitaria por algún teórico de por allá.
Esos gurises no son libres, al igual que nosotros no lo somos. Por eso la lucha debe profundizarse y avanzar.
La libertad es una potencia colectiva de hacer. Y remarquemos: colectiva, porque nadie puede ser libre sólo. En una sociedad colonizada como la nuestra, las potencias se reducen al mínimo o a nada, en muchos casos. Sólo la organización popular y la lucha contra el poder de clase instituído -instituído afuera y adentro nuestro- libera las potencias del pensar, sentir y del hacer, o sea que es la lucha la que potencia las libertades.
Por otra parte, es importante pensar aquí que es por lo menos extraño y contradictorio que muchos entrerrianos -la mayoría tal vez- hablen “espiritualmente” de “libertad” y de “patria” mientras responden “castellano” o “español” cuando se le pregunta que idioma habla.
El entrerriano es un lenguaje multi e intercultural propio, pero tampoco en ésto no nos hemos descolonizado.
Muchos gobiernos hablan de “libertad” y de “patria” pero reparten en las escuelas manuales hechos en BsAs y en Madrid, con ideologías eurocéntricas, unitarias y conservadoras.
La lucha revolucionaria por la libertad de los pueblos que la diagonal roja de nuestra tricolor gloriosa simboliza se forjó en los fogones tupamaros, en esos legendarios y eternos fogones y mateadas donde blancos y mestizos, gauchos, indios, negros, hombres, mujeres y gurises, integraban sus culturas, su solidaridad criolla subalterna rebelde y su dignidad que se potenció con el desarrollo del ejército federal y popular artiguista.
Ese ejército que, por estar co-instuído por las clases populares litoraleñas y por el alma de Nuestra América recibía despectivamente de los godos españoles el nombre de “tupamaro”, recordando la rebelión del Libertador Tupac Amaru.
Ese fogón tupamaro, esa ética tupamara, es una potencia que late en cada uno de nosotros. Ese fogón tupamaro hoy está oprimido por el colonialismo en sus distintas vertientes y expresiones, que también nos infecta y contamina las cabezas y los corazones.
Hoy, desde Venezuela, Cuba, Ecuador y Bolivia se nos propone una Alternativa Bolivariana para las Américas, una Unión Sudamericana y popular con claras definiciones políticas antiimperialistas y anticapitalistas para lograr una 2da Independencia, de cara al Bicentenario que se viene.
Será tarea nuestra, tarea del pueblo trabajador, necesitado y sufriente, y será debate de la Ultima Junta intentar ser parte del cierre del ciclo de luchas por la Primer Independencia y sumarse a los debates y a las luchas por la Segunda.
Porque la libertad nos está esperando allí, hace rato.
Prof. Mauricio Castaldo
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