jueves, 8 de octubre de 2009

Un guaraní en la Confederación de los Pueblos Libres



















Andrés Guacurarí y Artigas, comandante aborigen en los albores de la lucha antimperialista

Memoria: poco se sabe de Andrés Guacurarí, defensor del proyecto federal encabezado por José Gervasio Artigas. Andresito, como se lo conoce popularmente, nació a fines del siglo XVIII en el territorio que hoy pertenece a la provincia de Misiones. De origen guaraní, fue Comandante General de las Misiones bajo el mando de Artigas. Dirigió al ejército aborigen contra el avance del imperio portugués y luchó por el establecimiento del federalismo contra el centralismo porteño. En la segunda década del siglo XIX fue derrotado y encarcelado en Brasil. Aunque su liberación años más tarde quedó registrada, Andresito desapareció luego sin dejar rastros. A continuación, parte de una historia desconocida y fragmentos de proclamas cargadas de contenido social.

Andrés Guacurarí nació en 1778 en la actual provincia de Misiones, Argentina. Con el tiempo, tomó contacto con José Gervasio Artigas. Algunas versiones sostienen que éste era su padre. Otras, que le permitió usar su apellido, como hiciera con otros jóvenes que se incorporaron a sus filas. Las distintas batallas libradas por el caudillo oriental foguearon a Andresito hasta llevarlo a ser designado Comandante General de las Misiones. Por orden del Directorio del Río de la Plata, Artigas fue enviado a cuidar las márgenes del Río Uruguay y asignó a Andresito la defensa de los hoy territorios de Entre Ríos, Corrientes, Misiones, Santa Fe y Córdoba que conformaban la Confederación de los Pueblos Libres (Ver recuadro). La primera campaña de Andresito estuvo dirigida a recuperar el departamento de Candelaria, entonces en manos paraguayas. El Comandante organizó sus fuerzas desde Yapeyú (ubicado en la actual provincia de Corrientes) y el 14 de septiembre de 1815 concretó su objetivo. Fue durante esa campaña cuando emitió una de sus primeras proclamas: “He puesto mi ejército delante de los portugueses, sin recelo alguno en las brillantes armas auxiliadoras y libertadoras sólo con el fin de dejar a los Pueblos en el pleno goce de sus derechos, esto es, para que cada Pueblo se gobierne por sí, sin que ningún otro español, portugués o cualquier otra Provincia se atreva a gobernarlo”. Un año más tarde llevó adelante la Campaña de la Contra Invasión de Artigas y la del Río Uruguay contra la penetración portuguesa del brigadier Francisco das Chagas Santos. En 1818, por orden de Artigas, Andresito marchó sobre Corrientes para restablecer el gobierno federal.

Artigas y la lucha federal

Desde el siglo XVI los portugueses llevaron adelante una sangrienta guerra para apropiarse de los territorios de la Banda Oriental desde el Río Uruguay hasta el Río Paraná. El plan era dirigirse desde allí al Sur sobre el Puesto del Río de la Plata. El surgimiento de Artigas al frente de su Ejército Guaraní Misionero con sus ideas federales opuestas al centralismo de Buenos Aires llevó al Directorio porteño a privilegiar alianzas con los portugueses y hacer que éstos se enfrentaran con Artigas. El caudillo oriental fue enviado a proteger los territorios actuales del Nordeste argentino. Con un fino análisis del cuadro político, Artigas ordenó a Andresito que se instalara en Santo Tomé (Corrientes) para controlar el Río Uruguay y evitar el asentamiento de los portugueses en la Banda Occidental. Es así que Artigas planeó la invasión a los territorios en manos europeas y venció, gracias a la campaña liderada por Andresito, en Rincón de la Cruz el 16 de enero de 1816. Luego de ese triunfo, Andresito emitió su exhorto a los Pueblos Guaraníes logrando el pase a las filas federales de numerosos contingentes. Al iniciar la recuperación militar de las Misiones Orientales, Andresito lanzó la célebre proclama a todos los naturales del otro lado del río Uruguay: “Andrés Guacurarí y Artigas, ciudadano de Blandengues, Comandante General de la Provincia de Misiones, por Supremo Gobierno de la Libertad, a todos los naturales de la Banda Oriental. Siendo constante que por un favor del cielo he sido llamado al mando de las Misiones, como para el efecto, he tenido la dicha de quitar los pueblos gobernados por Buenos Aires, y rescatar los otros que se hallaban en el año anterior bajo el yugo del Paraguay, colmándome el Dios de los ejércitos de todos aquellos beneficios que son necesarios para la empeñosa empresa de rebatir todo enemigo de la justa causa que defiendo.” “Por tanto, atendiendo e inteligiendo que las mismas o aún mayores razones concurren en mí para libertad de los Siete Pueblos de esta banda del tiránico dominio de los portugueses, bajo el cual han estado 15 años los infelices Indios gimiendo la dura esclavitud. He puesto mi Ejército delante de los portugueses, sin recelo alguno, fundado en primer lugar en que Dios favorecerá mis sanos pensamientos, y en las brillantes armas auxiliadoras y libertadoras, sólo con el fin de dejar a los Pueblos en el pleno goce de sus derechos, esto es para que cada pueblo se gobierne por sí mismo, sin que ningún otro Español, Portugués o cualquiera de otra provincia se atreva a gobernar, pues habrán experimentado los Pueblos los grandes atrasos, miserias y males en los gobiernos del Español y Portugués.” “Ahora pues, amados hermanos míos, abrid los ojos y ved que se os acerca y alumbra ya la hermosa luz de la Libertad, sacudid ese yugo que oprimía a nuestros Pueblos, descansad en el seno de mis armas, seguros de mi protección, sin que ningún enemigo pueda entorpecer vuestra suspirada libertad, yo vengo a ampararos, vengo a buscaros porque sois mis semejantes y hermanos, vengo a romper las cadenas de la tiranía, vengo por fin a que logréis vuestros trabajos, y a daros lo que los portugueses os han quitado en el año 1801 por causa de las intrigas españolas; no tengáis recelo en cosa alguna, si temed las fatales resultas que puedan originarse de vuestra dureza y obstinación, acordaos de aquel famoso pasaje de la Sagrada Escritura, en la que se dice que Moisés y Aarón libertaron al pueblo de Israel de la tiranía del Faraón; así yo, siguiendo este apreciable ejemplo, he tomado mis medidas para el mismo fin, de las cuales una es la de dar comisión al Capitán Miguel Antonio Curaeté, para que como representante mío, corra los mencionados pueblos haciéndoles entender mis ideas y la sagrada causa que defendemos, y para lo que estoy pronto con todas mis tropas, a derramar las últimas gotas de sangre si se ofrece, como también de juntar todos los naturales para que los portugueses no los arreen para adentro, debiendo reunirse con él todos los que penetrados de la dulce voz de la Libertad que os llama, quieran seguir el Pabellón de la Patria: él se entenderá conmigo.” “Compaisanos míos, levantad el sagrado grito de la Libertad, destruid la tiranía, y gustad del deleitable néctar que os ofrezco con las venas del corazón que lo traigo deshecho por vuestro amor”. Centenares de guaraníes se sumaron a las filas libertarias del comandante Andresito. Luego de la proclama, se estima que unos 2.500 hombres con poco armamento de pólvora y muchos sin instrucción militar suficiente, cruzaron el Río Uruguay y, al son de su ancestral música, sitiaron San Borja (Brasil) el 21 de septiembre de 1816.

Corrientes: tierra guaraní

En 1816, Juan Bautista Méndez, correntino y artiguista, fue elegido democráticamente gobernador de Corrientes. Para la elite correntina era insostenible ser gobernada por un representante de filiación artiguista. Más aún teniendo en cuenta lo que implicaba el Federalismo de Artigas: según el mandato indio de 1814, la tierra era de quien la trabajaba, el control del comercio interior y exterior estaba en manos de los Pueblos Libres y se establecía limitación al poder político de los militares. En su paso hacia la capital correntina para restablecer el gobierno federal (1818), Andresito liberó a indios, gauchos, negros, mestizos, jóvenes y niños esclavos; entregó la tierra a los que querían trabajarla y sumó a sus tropas a quienes quisieron acompañarlo. Los guaraníes, conocedores de la guerra de montoneras y de movimientos, desorientaron a los golpistas y los confundieron. Les hicieron gastar todas sus municiones, haciéndoles creer que se habían retirado de la zona. Al otro día derrotaron a los de la Capital en la Batalla de las Saladas (originalmente San Antonio de las Lagunas Saladas) y Andresito ordenó la rendición a los cuadros sobrevivientes. La entrada a la ciudad fue en perfecto orden. El Comandante Andrés Guacuararí y Artigas ordenó a sus soldados, entre los que había artistas, realizar la obra La Tentación de San Ignacio aprendida en las Misiones Jesuíticas. Entre los guaraníes había excelentes músicos y artistas que luego fueron requeridos en las grandes ciudades. La obra fue representada durante cuatro días en la Plaza Mayor. Al quinto día la ciudad despertó con redobles de tambores que llamaban a reunión. Todos los varones que no concurrieron al teatro, fueron obligados a arrancar los yuyos de la Plaza Mayor con sus manos. Según las memorias de la época, lo hicieron bajo un sol ardiente mientras que sus esposas desesperadas suplicaban piedad al Comandante. Andresito ordenó a las señoras bailar con sus soldados hasta que sus maridos terminaran de limpiar la Plaza. Pero no fue esa la única enseñanza contra la discriminación: a todas las familias que tenían en su poder niños indios esclavos, que habían sido robados, les retiró sus propios hijos y los retuvo durante aproximadamente siete días. Ante el llanto continuo de sus madres y el pedido de su propia compañera, Melchora Caburú, se los devolvió sanos, limpios y bien alimentados. Luego reunió a las madres y les dijo: “Esto les hice para que sepan que las madres indias también tienen corazón”.

Contra el centralismo porteño

Durante 1818 y 1819, las tropas de José Gervasio Artigas consiguieron importantes victorias sobre las del Directorio consolidando la hegemonía Federal en Santa Fe y Corrientes. El 26 de abril de 1819, entre 1.500 y dos mil guaraníes cruzaron el Río Uruguay y tres días después, con Andresito a la cabeza, tomaron San Nicolás ante la sorpresa del enemigo, que huyó derrotado. Durante el combate de San Nicolás, Andresito le escribió al gobernador de Corrientes, Juan Bautista Méndez: “El 26 de la fecha pude concluir de repasar el Río Uruguay con la mayor felicidad, sin embargo, que la primera remesa de la Vanguardia, fueron batidos por los enemigos pues no obstante conseguimos pasar sin pérdida alguna (a Dios gracias) en cuyo día fueron igualmente atacados por una partida de 50 hombres, donde tomaron los míos un prisionero y muerto un Teniente enemigo, lo que sirviéndole de escarmiento huyeron desamparando aún una guardia que tenían en el Paso de San Lucas, dejando un cañón montado del calibre 2 de bronce y muy exquisito. Hoy día de la fecha ha sido el día de más aplausos a los dignos hijos de la Patria; día feliz en que he logrado tomar este Pueblo de San Nicolás sin oposición alguna”. “¡Viva la Patria! Porque oyendo el enemigo el nombre de los Libres Occidentales profugaron vergonzosamente, dejándonos el Pueblo Libre, y cuatro piezas de Artillería (…) Estoy en seguir al Enemigo, cuando menos hasta San Luis, que a tener cabalgaduras lo contaba por mío hasta lo más interior de los Pueblos de arriba (...) Gloria a los Libres. Pueblo recuperado de San Nicolás, 29 de abril de 1819”. Los europeos pretendieron recuperar San Nicolás pero fueron rechazados por las tropas guaraníes. En su intento por unificar sus fuerzas con Artigas, Andresito fue sorprendido por el Coronel José Abreu y derrotado en el Paso de Itacurubí sobre el Río Camacuá el 6 de junio de 1819. Durante los días posteriores los guaraníes se escondieron en los montes e intentaron retomar el Río Uruguay. Mientras que Andresito confeccionaba una balsa, fue sorprendido y apresado el 24 de junio en el Paso de San Lucas. Se inició así un largo peregrinar por distintas cárceles en las que fue sometido a trabajo forzado. En 1821, por gestión del embajador español ante la Corte portuguesa de Río de Janeiro, se logró la libertad de los nativos considerados españoles. Andresito fue liberado y dejó la cárcel de la Lague en abril. Aunque su liberación está documentada, Andresito desapareció como si se lo hubiera tragado la tierra. El resto de sus compañeros de prisión arribaron a Montevideo en el bergantín Francia. Con la derrota del Comandante Andresito comenzó el ocaso de la Liga de los Pueblos Libres.

Desde Corrientes, Argentina, informe de José Arnaldo Gómez, sobre la base del libro Andrés Guacurarí y Artigas de Jorge Francisco Machón y Oscar Daniel Cantero.


José Artigas a los Diputados Orientales de la Asamblea del año XIII

Copia autenticada por Artigas de las instrucciones dadas a los diputados del pueblo oriental ante la Soberana Asamblea Constituyente de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Primeramente pedirá la declaración de la independencia absoluta de estas colonias, que ellas están absueltas de toda obligación de fidelidad a la corona de España, y familia de los Borbones, y que toda conexión política entre ellas y el Estado de la España es, y debe ser totalmente disuelta.
Art. 2. No admitirá otro sistema que el de la confederación para el pacto recíproco con las Provincias que formen nuestro estado.
Art. 3. Promoverá la libertad civil y religiosa en toda su extensión imaginable.
Art. 4. Como el objeto y fin del gobierno debe ser conservar la igualdad, libertad y seguridad de los ciudadanos y de los pueblos, cada provincia formará su gobierno bajo esas bases, a más del gobierno supremo de la Nación.
Art. 5. Así este como aquel se dividirán en poder legislativo, ejecutivo y judicial.
Art. 6. Estos resortes jamás podrán estar unidos entre sí, y serán independientes en sus facultades.
Art. 7. El gobierno supremo entenderá solamente en los negocios generales del Estado. El resto es peculiar al gobierno de cada provincia.
Art. 8. EL territorio que ocupan estos pueblos de la costa oriental del Uruguay hasta la fortaleza de Santa Teresa, forman una sola provincia, denominada: la provincia Oriental
Art. 9. Que los siete pueblos de Misiones, los de Batoví, Santa Tecla, San Rafael y Tacuarembó, que hoy ocupan injustamente los portugueses, y a su tiempo deben reclamarse, serán en todo tiempo territorio de esta provincia.
Art. 10. Que esta provincia por la presente entre separadamente en una firme liga de amistad con cada una de las otras, para su defensa común, seguridad de su libertad, y para su mutua y general felicidad, obligándose a asistir a cada una de las otras contra toda violencia o ataques hechos sobre ellas, por motivo de religión, soberanía, tráfico, o algún otro pretexto, cualquiera que sea.
Art. 11. Que esta provincia retiene su soberanía, libertad e independencia, y todo poder, jurisdicción y derecho que no es delegado expresamente por la confederación a las Provincias Unidas juntas en Congreso.
Art. 12. Que el puerto de Maldonado sea libre para todos los buques que concurren a la introducción de efectos y exportación de frutos, poniéndose la correspondiente aduana en aquel puerto; pidiendo al efecto se oficie al comandante de las fuerzas de S.M.B sobre la apertura de aquel puerto para que proteja la navegación o el comercio de su nación.
Art. 13. Que el puerto de la Colonia sea igualmente habilitado en los términos prescriptos en el artículo anterior.
Art. 14. Que ninguna tasa o derecho se imponga sobre artículos exportados de una provincia a otra; ni que ninguna preferencia se dé por cualquiera regulación de comercio, o renta, a los puertos de una provincia sobre los de otra; ni los barcos destinados de esta provincia a otra serán obligados a entrar, a anclar, o pagar derechos en otra.
Art. 15. No permita se haga ley para esta Provincia sobre bienes de extranjeros que mueren intestados, sobre multas y confiscaciones que se aplicaban antes al Rey, y sobre territorios de éste, mientras ella no forma su reglamento y determine a qué fondos deben aplicarse, como única al derecho de hacerlo en lo económico de su jurisdicción.
Art. 16. Que esta provincia tendrá su constitución territorial; y que ella tiene el derecho de sancionar la general de las Provincias Unidas que forme la Asamblea Constituyente.
Art. 17. Que esta provincia tiene derecho para levantar los regimientos que necesite, nombrar los oficiales de la compañía, reglar la milicia de ella para la seguridad de su libertad, por lo que no podrá violarse el derecho de los pueblos para guardar y tener armas.
Art. 18. El despotismo militar será precisamente aniquilado con trabas constitucionales que aseguren inviolable la soberanía de los pueblos.
Art. 19. Que precisa e indispensable sea fuera de Buenos Aires donde resida el sitio del gobierno de las Provincias Unidas.
Art. 20. La Constitución garantizará a las Provincias Unidas una forma de gobierno republicana, y que asegure a cada una de ellas de las violencias domésticas, usurpaciones de derechos, libertad y seguridad de su soberanía, que con la fuerza armada intente alguna de ellas sofocar los principios proclamados. Y así mismo prestará toda su atención, honor, fidelidad y religiosidad, a todo cuanto crea o juzgue necesario para preservar a esta Provincia las ventajas de la libertad, y mantener un gobierno libre, de piedad, justicia, moderación e industria.








Provincias confederadas

El 29 de junio de 1815, delegados de la Banda Oriental del Uruguay, Entre Ríos, Córdoba, Santa Fe, Corrientes y Misiones se reunieron en Arroyo de la China (Concepción del Uruguay, Entre Ríos) para acordar la organización política de los Pueblos Libres, el comercio interprovincial y con el extranjero, así como la política agraria y la posibilidad de extender la Confederación al resto de las provincias del ex-Virreinato. Al iniciarse el Congreso se juró la Bandera Tricolor de la Confederación de los Pueblos Libres: blanco en el medio y azul en los extremos, con una franja roja punzó cruzada, y se resolvió que todos los Pueblos de la Confederación sostuvieran “el Pabellón de la Libertad”. Como primer punto se declaró la independencia de todo poder extranjero y se sostuvo, como sistema político, la soberanía particular de los pueblos unidos en Confederación. Las seis provincias confederadas declararon su independencia un año antes que el resto de las provincias del Río de la Plata. Luego se definió la confección de un estatuto para el fomento de la campaña, conocido como el Reglamento de Tierras de Artigas, en que se establecieron los objetivos de distribución y propiedad social de las tierras. El paso siguiente fue la constitución del Reglamento de Aranceles para que en los pueblos de la Liga Federal la producción garantizara el consumo interno y terminara con el hambre y la pobreza. Los delegados congresales de las provincias fueron electos por Asambleas. Vale recordar las palabras de Artigas en la Asamblea de la Banda Oriental: “Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa por vuestra presencia soberana”.


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