Traducido por Jorge Aldao y revisado por Juan Vivanco |
El modelo dominante de actividad económica, basado en la financiación y en el conocimiento, se originó en la desregulación de los mercados, y su necesaria secuela fue la privatización de los servicios sociales y la flexibilización de la producción y de las relaciones laborales. La disminución de los salarios agrava la crisis. Hacen falta medidas para garantizar la continuidad de los ingresos, el acceso la formación y al aprendizaje.
La génesis de la crisis actual la encontramos en la desregulación de los mercados financieros de los años ochenta, que marcó el final de un régimen de acumulación basado en las grandes empresas, en un mercado laboral fundado en un compromiso social entre el capital y el trabajo. Desde entonces, la línea divisoria entre el sector productivo y el sector financiero se han difuminado progresivamente y el capital financiero y el conocimiento se han convertido en los ejes alrededor de los cuales gira la producción de riqueza y, más importante aún, la precarización de las relaciones laborales y la privatización de los servicios sociales. La tesis propuesta en esta entrevista con Andrea Fumagalli, que se añade a las ya publicadas en la serie «¿El capitalismo envejece?», trata, entre otras cosas, de identificar las formas de resistencia al capitalismo cognitivo (1).
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