¡Salud, pueblos hermanos de Suramérica!
Con vistas a la celebración del Bicentenario de la Revolución de Mayo, desde la Junta Americana por los Pueblos Libres –JAPL- alzamos las banderas de la independencia que supimos conquistar y de las independencias que faltan, y por ellas alzamos estas propuestas a los suramericanos, del Río Bravo al Polo.
El Bicentenario es una fuente de rebeldía y una oportunidad histórica para el reencuentro de los pueblos, para regar nuestras raíces, nuestros sueños de emancipación social, y para contestarle con nuevos bríos al poder constituido, de adentro y de afuera.
El Bicentenario no debe ser bastardeado con homenajes vacíos, debe ser honrado con la reafirmación y la recreación de nuestras identidades, y con la redefinición de nuestros proyectos colectivos. Debe templarnos el ánimo para enrostrarle al poder el daño de la globalización imperialista de la economía, de la política, de la cultura. No solo para resistir, sino para bañarnos en el fuego de los Mariano Moreno, de los José Artigas, y volver a fogonear los principios de la Revolución.
Saludamos el creciente protagonismo de los pueblos originarios y de las organizaciones de obreros ocupados y desocupados, y sus derechos inocultables que deben ser atendidos de forma inmediata. Su grito es nuestro grito.
Hoy más que nunca sentimos en la piel “toda la piel de América”, y saludamos la plurinacionalidad, la conciencia multicultural y la rebeldía que expresan, por ejemplo, los procesos de Bolivia y Ecuador, las construcciones de los zapatistas en el norte, los mapuches en el sur de nuestro continente, los trabajadores sin tierra, los pequeños productores, y tantos que no claudican.
Resumimos nuestras inquietudes motivados en el compromiso ciudadano por la verdad, el bien común, la libertad, el trabajo. Y con un renovado espíritu de unidad suramericana en la diversidad.
Una multitud de temas nos convocan, y sin ánimo de agotarlos ni resumirlos, ponemos en relieve estas inquietudes, este decálogo de propósitos:
COMIDA Y TRABAJO
1-Conquistar una alimentación sana para todos. Combatir el hambre, la desnutrición, el analfabetismo. Reconocer que el hambre es un crimen, y el consumismo una enfermedad genética del sistema impuesto.
Reconocer los derechos a un ingreso mínimo y a la protesta, que garantizan otros derechos.
Cultivar el concepto de soberanía alimentaria definido por Vía Campesina (qué producir, para quiénes, cómo, con quiénes). Debatir sobre los derechos a la salud y la educación, en contraposición a la parodia de salud y educación que el poder ofrece.
Redactar en forma colectiva los principios de una revolución pedagógica (prevenidos de burocratismos), por la producción y la distribución del conocimiento con igualdad de oportunidades. Exigir y sostener el derecho irrenunciable y prioritario al trabajo genuino y digno. Sostener el derecho de la niñez y la adolescencia hasta los 18 años a un ingreso universal e incondicional. Pelear por un modelo que erradique ese manoseo de la dignidad, el clientelismo, con el que los poderosos lucran con las necesidades del pueblo.
MILLÓN DE CHACRAS
2-Impulsar una reforma en el uso y la tenencia de la tierra, y distribuir la tierra que tienen en propiedad los grupos extranjeros.
Por la creación del primer millón de nuevos chacareros, y una multiplicación de grupos asociativos de vigorosa conciencia cooperativista, con un plan masivo e integral de capacitación, herramientas, circuitos de comercialización, etc. Por la definición de la tierra como un bien social que llevará a revertir el éxodo del campo y las localidades pequeñas, y el hacinamiento de las grandes metrópolis, flagelos que restan dignidad a los pueblos. Por la generación de oportunidades para las familias del barrio y del campo, en vez del actual proceso concentrador de las riquezas (terratenientes, pooles, extranjerización); por la protección y reapropiación de las riquezas naturales del subsuelo, el uso soberano y sustentable, y la protección de nuestras reservas de agua dulce en todos los niveles (glaciares, acuíferos, etc.). Contra la expoliación minera y petrolera, y la sobrepesca en aguas continentales que soportamos hoy. Y por la recuperación para el pueblo y la refundación de un servicio neurálgico de la economía como el ferrocarril de cargas y de pasajeros.
La profunda reforma impositiva, la apropiación de las riquezas naturales en manos de grandes grupos, la desmonopolización de las exportaciones, el no pago de deudas ilegítimas, la recuperación del federalismo y la austeridad en la administración de los dineros del pueblo, son algunas de las fuentes de recursos para iniciar los cambios, que no serán posibles, además, sin imaginación.
Queremos volver a la tierra en todos los sentidos. Como dice la sabiduría originaria de Abya Yala, de Kay Pacha, la Tierra no nos pertenece. He ahí una función clara de la revolución pedagógica y de la vuelta a las raíces nuestras, que pregonamos. El latifundio y los grandes grupos especuladores son para nosotros enemigos del desarrollo de los pueblos y como tales deben ser erradicados, no con declamaciones sino con acciones. Las grandes propiedades en manos extranjeras deben ser distribuidas sin ninguna duda, y la reforma agraria (hoy más necesaria y más posible que nunca) debe darse en simultáneo con un fuerte impulso a la industria limpia (los trabajadores son prioridad), en especial a las pymes. Todo en un modelo sustentable y libertario, que no ate al país a la condición de agroexportador que le fue impuesta por las clases internas privilegiadas que detentan el poder con intereses subordinados a los países y grupos poderosos del planeta.
CULTIVAR LA SOLIDARIDAD, ATACAR LA USURA
3-Fomentar el espíritu y la práctica del cooperativismo y el asociativismo.
El impulso debe hacerse desde la niñez, y también entre los trabajadores, los microemprendedores, las pymes, las organizaciones sociales, los profesionales, etc. Por un desarrollo integral con criterios hondamente suramericanos, y para responder de manera inequívoca contra la avanzada de las multinacionales y otros grupos concentrados en el comercio internacional e interno, el transporte, la banca, las patentes, las tecnologías. El trabajo común, asociativo, solidario, arraigado en las mejores experiencias universales y originarias de Nuestra América, resulta para nosotros un sistema extraordinario para explorar, como base de un sistema propio que debemos parir los suramericanos y que nos reclama unidos y lúcidos. No debemos caer en el error de exigir la vía solidaria y la institución cooperativa sólo para los intersticios que deja el capitalismo, y menos en dejar que estos sistemas asociativos que alentamos queden expuestos a la competencia desleal de las grandes empresas privilegiadas, cuyo principio y fin es la maximización de las ganancias y la destrucción de la solidaridad.
Rescatar las experiencias de los obreros de las fábricas recuperadas (un movimiento de fuerte arraigo y gran potencial en la Argentina), repudiar los afanes expansionistas de Wal Mart y Carrefour (entre otros) en la región, enemigos del desarrollo, puntales del saqueo de los pueblos suramericanos, y repudiar del mismo modo a los gobernantes (sirvientes del poder concentrado) que en la Argentina y otros países promueven el desembarco y la consolidación de estas y otras multinacionales.
En esta misma vía, revisar el fraude y el flagelo de la deuda externa ilegítima, cimentada sobre la corrupción, denunciar a sus responsables, y estudiar los mecanismos para lanzar una nueva ofensiva internacional que capitalice y supere los esfuerzos de Alejandro Olmos, y para resistir con convicción la sangría a la que nos exponen los gobiernos rendidos a la usura internacional y vernácula.
SUSTENTABLE SÍ O SÍ
4-Revalorizar los planes de desarrollo en paz y firmeza, subrayando la importancia superlativa de la sustentabilidad.
El planeta no es de nuestra propiedad, nosotros somos parte del planeta, sólo tenemos mayor responsabilidad en su protección y en la protección de la diversidad biológica y cultural. Abogar por la integración de la mujer y el hombre con su entorno. Reflexionar sobre la tecnología y la industria, que deben ser puestas al servicio de los trabajadores, en un desarrollo armónico, integral; expresar nuestra indignación por la actitud de los poderosos que adoptan sistemas contaminantes del ambiente, destruyen los bosques, atan la producción al interés de las multinacionales, concentran la propiedad y amenazan la salud de la población y la biodiversidad; y también indignación por la actitud de los gobiernos que impulsan ese sistema y medran con ventajas fiscalistas de corto plazo. Divulgar (y revertir) los perjuicios de la uniformidad y el monocultivo, y las trampas de gobiernos que declaman un supuesto combate al monocultivo cuando en verdad lo fomentan. Denunciar también las responsabilidades de grandes grupos, pooles, terratenientes, propietarios de patentes, empresas de servicios, exportadores y organizaciones en la implantación del sistema de monocultivo. Abogar por el compromiso que deben asumir nuestras universidades, nuestros científicos, nuestros baquianos, para dar respuestas tecnológicas que satisfagan las necesidades de alimentación, salud, calidad de vida y energía sana y renovable, sin dañar la vida en el planeta, y considerando prioridades como la alimentación, el derecho al trabajo y la equilibrada distribución demográfica.
Denunciar la carrera armamentista de las superpotencias (empezando por los Estados Unidos) que, junto a su economía excluyente, sojuzga a los pueblos, los priva de derechos elementales, y amenaza con destruirnos.
BASTA DE MALTRATO
5-Denunciar la opresión y el maltrato físico, psicológico, económico, que padecen muchas mujeres.
Repudiar y buscar el modo de revertir esta situación, exigir un combate firme contra la trata de personas.
En la América de Micaela Bastidas, de Juana Azurduy, de Micaela Guyunusa, y tantas mujeres, conocidas o anónimas, que son el orgullo de las naciones de Nuestra América, manifestamos un especial reconocimiento a las mujeres que desarrollan trabajos tan esforzados, solidarios y trascendentes, como ignorados y mal pagos. Y a las que luchan en las calles por sus hijos desaparecidos, o rehenes del narcotráfico.
Crear conciencia sobre el valor de la tolerancia, y sobre el daño que generan en los pueblos la discriminación negativa y los privilegios por razones de raza, credo, sexo, condición social, condición psicofísica, partidismo, etc.
LAS MALVINAS EN NUESTRA BANDERA
6-Luchar contra todos los vestigios de colonialismo en Nuestra América. En particular, rescatar a Las Malvinas, esa herida abierta, como territorio nuestro, y como símbolo de unidad y dignidad de la Argentina y de los pueblos suramericanos.
La última dictadura, contraria a los intereses nacionales y populares, y genocida, tomó una decisión oportunista sobre Las Malvinas. Pese a esa terrible experiencia, Las Malvinas son el símbolo de luchas jamás resignadas desde distintos frentes y en distintos momentos históricos de Suramérica contra el colonialismo y la rapacidad de Gran Bretaña, los Estados Unidos y sus poderosos aliados. Nuestros héroes, los que quedaron y los que volvieron, son testigos incomparables de esas luchas.
Con Las Malvinas denunciamos también el atropello de las armas estadounidenses en Suramérica. No, no y no, a las armas yanquis, ni en Colombia ni en ninguno de nuestros territorios suramericanos.
A los partidos políticos y los países que no denuncian la usurpación de Las Malvinas ni reconocen nuestros esfuerzos pacíficos, advertirles que están con el colonialismo, contra Suramérica, y que si continúan enredados en su hipocresía no pueden llamarse amigos nuestros.
Llamar a los pueblos europeos y del norte del Río Bravo a repudiar el colonialismo de los poderosos que los gobiernan.
Proponer a los argentinos que analicemos la posibilidad de incorporar (por un lapso que el pueblo decida) el mapa de Las Malvinas en la Bandera nacional, convirtiendo así en Las Malvinas la banda roja de la Bandera de José Artigas y todo el hondo significado de esta franja: independencia, república, federalismo, unidad de los pueblos, antiimperialismo, dignidad, distribución de riquezas, consideración con los humildes y marginados, igualdad.
La medida permitirá extremar la lucha en paz por nuestros derechos suramericanos, y denunciar con renovados bríos concreto las apetencias colonialistas e imperialistas sobre el Atlántico sur. El debate será impulsado desde esta consigna de la JAPL: Mientras la Bandera Argentina no pueda estar en Las Malvinas, Las Malvinas estarán en la Bandera Argentina.
CONFEDERACIÓN, DESDE EL PIE
7-Planificar desde las organizaciones sociales los modos de avanzar en la unidad hacia una Confederación Solidaria de los Pueblos Suramericanos.
Bregamos por una Confederación que abarque a todos los pueblos de Nuestra América, desde el Río Bravo hasta el Polo, que deseen hacer efectiva la integración histórica, y recuperando las identidades arraigadas en los pueblos originarios, los pueblos africanos y afroamericanos, y las múltiples inmigraciones. Heredamos la unidad de nuestros pueblos, y la conciencia de esa unidad en la diversidad nos distingue en el planeta. Queremos tender lazos con todos los pueblos del mundo, en especial los pueblos de África que están en nuestra constitución social y con los cuales debemos sentarnos a pensar el desarrollo. Darnos las manos sobre los ríos, las selvas, las montañas con toda Nuestra América, y darnos las manos sobre el Atlántico con África, es nuestro gran desafío con miras al Bicentenario de Mayo.
La integración será de los pueblos y en todos los planos, respetando y preservando identidades regionales, y jamás al servicio del capital concentrado.
FEDERALISMO COMO SOÑÓ ARTIGAS
8-Defender y actualizar el Federalismo solidario en la Argentina, como base para la proyección suramericana.
Hacerlo desde el profundo y amplio legado artiguista, como mandato histórico, como necesidad hacia el futuro, y frente a las mil argucias del centralismo que ningunea y saquea al interior, le genera deudas mentirosas con grave menosprecio del sistema federal e incumplimiento (también en esto) de la Constitución argentina, y se vale para ello de gobernadores y legisladores genuflexos, atados al poder central y a poderosas empresas.
Reclamar las deudas del poder central con las provincias y los municipios. Denunciar al poder centralista (unitario) y comprador de conciencia ejercido por distintos gobiernos desde Buenos Aires (con sus cómplices del interior), porque se ha enquistado como una enfermedad que corroe la base misma de la hermandad de los pueblos argentinos y suramericanos, degrada el tejido social, privilegia a los grandes grupos en el sistema impositivo, continúa la desastrosa concentración demográfica con perjuicio para todos (incluida la colapsada Buenos Aires), y obstaculiza el desarrollo de los barrios más postergados, y de las provincias más necesitadas.
Al mismo tiempo, actualizar el mandato histórico del artiguismo: que la Capital de la Argentina no esté en Buenos Aires, y que las provincias recuperen su autonomía plena. Acentuar nuestra total disposición hacia la unidad inquebrantable con los pueblos suramericanos, y nuestras prevenciones contra la voluntad dominante de las metrópolis portuarias, decididas a continuar y afirmar su predominio colonial. Por eso, estar advertidos, ante la actitud de las metrópolis que intentan desacreditar el sistema federal solidario que es nuestra causa irrenunciable. Para fortalecer la educación y conciencia federalista, apoyar la idea de que cada 19 de junio, en memoria del nacimiento de José Artigas, sea celebrado el Día de la Bandera Federal.
QUE SE VAYAN, POR EL BIEN DE LA REPÚBLICA
8B-Para nuestras provincias de Entre Ríos y Santa Fe, en particular, a las que pertenecemos los actuales integrantes de la Junta Americana, proponer que junto a otras provincias lideren un proceso de refederalización solidaria. Y que Entre Ríos en particular revise la constitución del Superior Tribunal de Justicia.
Alentar una revalorización del sentido revolucionario del color rojo de nuestras banderas, herederas del espíritu artiguista. En el caso de la provincia de Entre Ríos, que fue pionera con otras del impulso al sistema republicano, reclamar el funcionamiento legítimo de los tres poderes, y en particular poner en el banquillo el servicio de justicia, tan lejos hoy de la república, y tan apropiado para condenar sólo a los indefensos. Por eso, proponer la CADUCIDAD del mandato de TODOS los integrantes del Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos, porque sus antecedentes repugnan a la división de poderes, base del sentido republicano. No podemos exigir menos, si recordamos que nuestros mayores entregaron todo por la república, incluso la vida.
PARA EMPEZAR A ENTENDERNOS
9-Defender y promover nuestras culturas, los idiomas de los pueblos originarios, el castellano y el portugués en Nuestra América.
Contra el avance programado del idioma del imperio angloestadounidense a través de Internet, la prensa, las obras enlatadas, las exigencias de los negocios, los políticos que les hacen el juego, y la tecnología, nuestros idiomas son el último bastión de resistencia, porque permiten a los hablantes reconocerse a sí mismos como portadores todavía de una identidad. En ese sentido, no debemos subordinar la formación en las escuelas al interés mercantil, de manera que la selección de otros idiomas debe hacerse desde una perspectiva cultural, no economicista.
Bregar por la formación plurilingüe. Promover y premiar el esfuerzo, el talento, la creatividad, la actitud hacia el conocimiento, el deporte, el arte, la solidaridad, los valores espirituales, en todos los pueblos y desde la niñez. Tomar conciencia y superar la chatura de medios masivos de comunicación (como la televisión) y alentar el desarrollo cultural, desde el concepto de nuestro Atahualpa Yupanqui de que el pueblo merece lo mejor. No dejar librado al mercado o al interés partidista o corporativo el contenido de los medios, sino promover la participación ciudadana y plural, que desaliente la mercantilización de la noticia y el arte.
Las necesidades de nuestros pueblos nos exigen el uso responsable de los medios, y por eso repugna la tendencia a la tilinguería, particularmente en la Argentina.
Promover el desarrollo del deporte por la salud integral, y erradicar el vicio de la competitividad enfermiza. Exigir al estado la disposición de recursos para evitar el desplazamiento de los ritmos y las melodías y otras muchas expresiones culturales tan propias de Suramérica, aplastados por el poder económico de grupos concentrados (algunos multinacionales) de producción y distribución de cultura comercial, grupos que están al servicio del imperialismo y de cualquier cosa menos del desarrollo cultural de los pueblos de Suramérica.
UN RANCHO CON NUESTRAS MANOS
10-Iniciar en 2010 la construcción colectiva del Rancho de la Hermandad Suramericana.
La iniciativa será desarrollada en forma colectiva e independiente. El Rancho de la Hermandad Suramericana será el punto de encuentro para la promoción cultural y social y el debate político, con vistas al mejor conocimiento de nuestras identidades y el fomento de la unidad latinoamericana, y tendrá como principios fundadores los de este MANIFIESTO. La elección de Paraná como sede se explica porque fue la Capital de la Confederación y simboliza en alguna medida nuestras aspiraciones federales, pero además porque Paraná constituyó, con la región, un foco de resistencia de trabajadores e intelectuales contra una de las peores injusticias recientes conocidas en nuestros pueblos suramericanos: la Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay.
La construcción será con materiales naturales, estilo tradicional, y con nuestro propio esfuerzo.
Diciembre de 2009.
Junta Americana por los Pueblos Libres
6-LAS MALVINAS EN NUESTRA BANDERA.
Desde la Junta Americana por los Pueblos Libres proponemos a los argentinos iniciar en 2010 un debate con miras a un plebiscito, para analizar la incorporación al diseño actual de la Bandera Nacional del mapa de las islas Malvinas, en color rojo como la banda roja de la Liga de los Pueblos Libres, por todo lo que ese símbolo tiene de arraigo en nuestra tierra.
La idea consiste en mantener los colores celeste y blanco y el sol incaico; pero añadir en el paño (y por el lapso que los pueblos determinen) una referencia clara a nuestras islas Malvinas: su mapa. Todo sostenido en este eslogan descolonizador, o declaración de principios: mientras la Bandera Argentina no pueda estar en Las Malvinas, Las Malvinas estarán en la Bandera Argentina.
FUNDAMENTOS:
Muchos argentinos, héroes suramericanos de nuestro tiempo, dejaron sus cuerpos en nuestras islas Malvinas durante la guerra de 1982.
Murieron muy jóvenes, peleando contra las potencias económicas y militares más grandes del planeta, lo que los hace todavía más dignos de homenaje y recordación. Otros combatientes cargan hoy con orgullo las cicatrices de la guerra, y otros murieron después, víctimas de las secuelas de la guerra y del olvido a que fueron expuestos por gobiernos serviles del colonialismo.
Los argentinos contrajimos entonces o consolidamos luego un compromiso irrenunciable con ideales y personas que se sintetizan así: Las Malvinas.
La más nueva y más extensa provincia argentina, Tierra del Fuego, es víctima de un colonialismo extemporáneo. Las Malvinas fueron capturadas en el siglo XIX por el imperio británico y siguen anexadas a la Gran Bretaña tras la breve recuperación de 1982, en la que los pueblos hermanos de Nuestra América expresaron su solidaridad histórica con esta causa y con la Argentina, un gesto que jamás podremos olvidar.
En estos meses el colonialismo se está agravando: otros países europeos quieren registrar a nuestras islas del Atlántico Sur y a nuestro Sector Antártico en la Constitución europea. Un eslabón más en su historia de rapiña.
El dominio británico sobre nuestras islas suramericanas del Atlántico Sur es resabio del colonialismo europeo del siglo XIX que logró atravesar todo el siglo XX y se sostiene a inicios del XXI con la complicidad y el apoyo estadounidense. Cuenta también con la obstinación de grupos de fundamentalistas ingleses y sus aliados contra la voluntad de países que votaron, en forma reiterada y en distintas instancias, contra la permanencia de este colonialismo.
Ahora Gran Bretaña insiste en incorporar Las Malvinas a la Constitución europea (mediante el Tratado de Lisboa), y varios países ya están aceptando este atropello a los suramericanos, se están convirtiendo en cómplices. Pese a la gravedad de esta decisión, el gobierno argentino accionó en términos diplomáticos pero no explicó al pueblo las consecuencias de esta nueva embestida europea. Apenas una presentación formal, pero no una acción política dentro y fuera del país para que el pueblo esté alerta y los países sepan que lo nuestro va en serio.
Si algunos gobiernos decidieron desmalvinizar a los argentinos, a los suramericanos, nosotros en cambio proponemos escuchar y obedecer la voz de los pueblos suramericanos que nos mandan malvinizar. Porque Las Malvinas resumen decenas de símbolos de la resistencia de los pueblos de Nuestra América a la opresión imperialista contra nuestros derechos soberanos, opresión por vías diversas que desnuda la connivencia de los poderosos de Estados Unidos y Europa y sus cómplices de acá, y que a nosotros, las mujeres y hombres de Nuestra América, nos exige estar alerta. Nuestra lucha justa por Las Malvinas es una negación palpable del “fin de la historia”, una demostración más del creciente conflicto norte-sur.
Hay hechos puntuales que aún permanecen sin reconocimiento masivo, como el esfuerzo y la valentía de los 18 militantes peronistas que, aquel 28 de setiembre de 1966, en plena dictadura de Onganía, arriesgaron sus vidas para plantar las banderas argentinas en las islas usurpadas, y se quedaron dos días custodiando la soberanía. Maravilloso gesto.
Como entrerrianos y santafesinos, tenemos un compromiso adicional con la liberación de Las Malvinas, si recordamos que el panzaverde Antonio Rivero, el Gaucho Rivero, nos enseñó a resistir la embestida británica y junto a sus compañeros les bajó la bandera a los invasores en los aciagos días de 1833 y 1834, para izar la celeste y blanca, hasta que fue hecho prisionero por los ingleses, y olvidado (si no escondido) por los sectores de poder en la Argentina. Esa proeza que enorgullece al peón argentino, al obrero suramericano, nos llena de ánimo.
Pero no abundaremos aquí sobre las decenas de documentos oficiales que demuestran la consistencia de los reclamos argentinos sobre Las Malvinas, en gobiernos peronistas, radicales y de todos los signos. Pocos objetivos nacionales han sido tan compartidos por todos como Las Malvinas, con notables logros diplomáticos que sería largo enumerar.
El pueblo se las ingenió para mantener la llamita encendida en todas las épocas.
Desde la Guerra última, generada por el oportunismo de la dictadura contraria a los intereses nacionales y populares, y genocida, nuestros veteranos de guerra siguen haciendo esfuerzos por Las Malvinas y sostienen nuestros derechos con actitud encomiable, en la agenda pública. Los veteranos, nuestros héroes, tienen derecho a un reconocimiento público, sin mezquindades, y a un plan universal integral que atienda sus condiciones de vida y sus necesidades de toda índole.
Hay otros ejemplos del ingenio argentino, desde las bases. En Paraná, Entre Ríos, un reconocido periodista abrió su programa radial todos los días, durante muchos años, recordando los años, meses y días de ocupación británica de nuestras islas Malvinas. Esa iniciativa fue imitada por varios medios y periodistas en distintas ciudades de Entre Ríos. Son pequeñas grandes luchas, que la historia reconocerá un día, y nosotros queremos subrayar.
¿Por qué marcar hoy los derechos suramericanos en Las Malvinas, usurpadas por europeos? Ocurre que la incorporación de las Islas del Atlántico Sur y la Antártida a la Constitución europea no es un tema de ayer sino actual, de este mismo año, por eso nos exige hoy una respuesta, una revisión del panorama, una posición firme.
Es esta nueva arremetida europeísta pro británica la que debe desencadenar nuestra respuesta, pero nuestra respuesta será diplomática, política, o la que corresponda. En cambio, la incorporación de Las Malvinas a la Bandera argentina debe ser una decisión hondamente suramericana, nacida de nuestras propias entrañas, y despojada, vale decirlo, de chovinismos o manoseos sectoriales que puedan distorsionar nuestro espíritu. Desde esta perspectiva, también debemos estar atentos porque habrá intereses bien marcados para que Las Malvinas no figuren en la Bandera, intereses que buscarán rotularnos o demonizarnos para desacreditarnos.
Los argentinos de hoy tenemos (entre otros) dos mandatos de nuestros antepasados que son también exigencias de nuestros sucesores: la unidad suramericana y la defensa del territorio suramericano usurpado. Pero además hemos recibido el apoyo permanente de todos los pueblos de Nuestra América, testimonios de hermandad en el reclamo de nuestros derechos. Esos testimonios nos comprometen. Porque cada vez que un país hermano debió votar por nuestros derechos o defender nuestra posición en cualquier circunstancia, lo hizo a sabiendas de que debía enfrentar a países muy poderosos.
No debemos perder de vista aspectos estratégicos en materia comercial, militar y de enormes riquezas naturales, que motivan la persistencia del colonialismo y que constituyen también una amenaza permanente para los suramericanos. Los fundamentalistas europeos buscarán demonizarnos, y se valdrán seguramente de sectores internos de Suramérica, es su especialidad: la inteligencia divisionista. Sus intereses son muy poderosos en el Atlántico Sur, y compartidos con los Estados Unidos de América y la OTAN y sus brazos ejecutores en la cultura, el comercio, las finanzas…
Pues bien, mientras la Bandera Argentina no pueda estar en Las Malvinas, Las Malvinas estarán en la Bandera Argentina.
Será un mensaje para los argentinos y suramericanos que coincidimos en la expresión de unidad que simbolizan Las Malvinas; pero también de los pueblos de Suramérica para el resto del Mundo, en el sentido de que estamos dispuestos a seguir resistiendo al colonialismo y recuperando la unidad de la América criolla íntegra, con el Atlántico Sur libre de colonialistas e imperialistas. Pero además esta conciencia mantendrá el fuego encendido para estar alertas contra cualquier tipo de colonialismo, imperialismo, prepotencia o ardid que hagan peligrar o mellen la soberanía de nuestros pueblos, sea en materia de territorio, cultura, educación, industria, comercio, ciudadanía, riquezas naturales, proyecto político…
Desde la Junta Americana proponemos que entre 2010 y 2015/16 los argentinos desarrollemos un PLAN DE CONCIENTIZACIÓN nacional y global de los derechos argentinos y suramericanos sobre las islas Malvinas y las demás islas del Atlántico Sur y el sector Antártico, con la idea de movilizar a los pueblos para lograr un PROGRAMA CONCERTADO DE DEVOLUCIÓN gradual del territorio completo.
El PLAN tratará de no descuidar ningún aspecto, hasta lograr que los pueblos del mundo entero le reclamemos a Gran Bretaña y sus aliados la devolución del territorio usurpado. Tendrá plazos y preverá marchas de reclamo, hasta que el PROGRAMA CONCERTADO DE DEVOLUCIÓN a corto plazo, sea un hecho.
Las Malvinas formarán parte de los objetivos estratégicos de la Argentina en las relaciones con los demás países. El país agresor jamás será tomado como limítrofe, y la Argentina, como país agredido, actualizará la hipótesis de conflicto porque cada día de permanencia del usurpador inglés en nuestra provincia de Tierra del Fuego es un nuevo ataque a nuestros pueblos.
Ese plan tendrá una finalidad paralela y de igual importancia: la unidad de los argentinos y suramericanos detrás de un objetivo común de dignidad. Y podrá desarrollarse con el debate de otros asuntos vitales para los suramericanos que debemos superar, con diálogo, creatividad y determinación, como es la necesaria y justa salida al mar para Bolivia, por ejemplo, o la necesaria y justa anulación del bloqueo a Cuba, o la lucha que debemos dar contra otros los enclaves estadounidenses en Suramérica (Guantánamo, las agresivas bases militares de Estados Unidos en Colombia, etc.), u otros enclaves más sutiles; y el debate sobre programas de Confederación que esta misma Junta Americana sostiene.
¿Por qué las islas Malvinas en rojo? El rojo es el color de la sangre derramada por la independencia, el federalismo, y la dignidad. Eso involucra a nuestros héroes muertos y heridos por defender los intereses suramericanos en Las Malvinas. El rojo, el color que representa al más profundo sentimiento humano, el amor, fue izado en principio por la revolución libertaria, republicana, federalista, distribucionista encabezada por José Artigas en la Liga de los Pueblos Libres. Recuerda y honra a la población originaria, a negros y criollos, y sus ideales de independencia, república, federalismo, resistencia al imperialismo, atención privilegiada de los más “infelices”, solidaridad, igualdad (naide es más que naide), distribución de tierras, respeto a las comunidades diversas, libertad. Y también es el color que apreciaron nuestros gringos que aportaron aquí sus luchas y su sangre por los derechos obreros y la justicia social, familias que venían de un pasado de luchas cruentas en una Europa que se desintegraba y se encaminaba a dos tremendas guerras mundiales.
Las islas Malvinas representan una larga lucha de los argentinos a través de 17 décadas contra un poder imperialista en su forma más retrógrada, el colonialismo, y deben constituirse en la prenda de UNIDAD, DIGNIDAD e INDEPENDENCIA de los pueblos suramericanos. El resto de los países de Nuestra América sólo esperan que los argentinos expresemos clara nuestra decisión de resistir.
Nadie podrá negarnos, en el planeta, izar nuestra bandera nacional impregnada de verdad y justicia, con Las Malvinas rojas sobre una de sus bandas celestes. Y al mismo tiempo esa bandera nos iluminará el camino del futuro a los argentinos y los suramericanos, un futuro con raíces en el pasado más hondo y continental y con vistas a un futuro de libertad y dignidad.
Para la Junta Americana por los Pueblos Libres, más allá de los logros que obtengamos en esta idea de debatir la incorporación de Las Malvinas a la Bandera, lo más importante es poner a nuestras islas Malvinas en el centro de la escena en 2010 y sostener el debate. Advertir desde el pueblo a Europa que su decisión nos distancia aún más; lustrar en Las Malvinas un contenido que ya tienen de UNIDAD, DIGNIDAD y FUTURO SURAMERICANO.
Algunos familiares de nuestros hermanos caídos en Las Malvinas han manifestado que quieren que la Argentina y Gran Bretaña lleguen a acuerdos para facilitar los viajes, de modo que puedan visitar las tumbas en el cementerio. Eso es un deseo muy atendible. Nosotros proponemos que los familiares puedan no sólo visitar las islas cuando quieran sino quedarse allí el tiempo que deseen, en LIBERTAD, porque son suramericanas, y en ese camino no vemos ningún acuerdo posible con el INVASOR, que no sea la devolución de las islas. Ese es el mandato que se deduce de las luchas de los combatientes argentinos.
Sabemos que el solo anuncio pacífico de pintar Las Malvinas en nuestra Bandera provocará escozor en los invasores. Es una marca a corto, mediano y larguísimo plazo, y no les da blanco al cual atacar. Definiremos así a la Argentina sin agredir, y en los países que no acepten esta Bandera con Las Malvinas, que dice la verdad, estará bien que no la enarbolemos para no molestar a los que se niegan a la verdad, mientras se consumen en sus intereses secundarios y nos niegan.
Las Malvinas rojas en la Bandera será nuestra dignidad suramericana llena de fuego, y será la semilla artiguista, sanmartiniana, bolivariana. Y será a la vez para los fundamentalistas europeos una mancha colonialista, vergonzante. Europa verá en nuestra Bandera su decadencia.
Además de generar un debate con personas y organizaciones sociales diversas, estudiaremos con especialistas las modificaciones necesarias a la ley 23.208/85 y el decreto 858/99 u otras normas, para analizar la posibilidad de cumplir con los objetivos que surjan de la reflexión y el debate.
JAPL
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